Haber
escuchado la teórica dada por Valansi el
pasado lunes me ha hecho reflexionar bastante acerca del mundo actual. En
principio, debo decir que ciertos datos arrojados en la clase, como la altísima
cantidad de fotos que son tomadas por día en el mundo, o que una persona en su
trayecto al supermercado es captada por un promedio de 60 cámaras, me
produjeron cierto desconcierto y temor.
Creo que
hoy en día, de alguna manera, se ha instalado en nuestro inconsciente, o en
algún lugar de nuestra retorcida mente, el hecho de que al ver un aspecto del
mundo que nos resulta “agradable”, debemos automáticamente plasmarlo en una
foto. Agregado a esto a que en la mayoría de los casos, también de manera
automática, tenemos una necesidad de subir esa foto tomada a la red y otras
personas puedan verlo, porque, como se dijo en la clase, si algo “no es visto, no
existe”. Ese, lamentablemente, es nuestro modo de pensar actual
Me resultó profundamente
interesante el ejercicio llevado a cabo, consistente en analizar la fotografía,
ya que, mediante una pequeña serie de preguntas, toda la clase pudo dilucidar rápidamente
dónde había sido tomada, en qué época, quiénes eran las personas que en ella
aparecían, etc.
Debo decir
que el desarrollo de este ejercicio me hizo pensar aún más acerca de la
sociedad actual. Vivimos en un mundo plagado de imágenes, las cuales dominan
tanto nuestra vida diaria, y estamos nosotros tan acostumbrados a ellas, que
las tomamos como un hecho natural, sin darle la mayor importancia. Sin embargo,
me he dado cuenta que hay algo ciertamente maravilloso en poder detenerse, al
menos por unos momentos, frente a una fotografía, y observarla detenidamente
hasta poder entender por qué el fotógrafo decidió tomarla de un modo y no de
otro, comprender la historia detrás de la foto… En definitiva, poder leerla
entrelíneas. Si uno es capaz de encontrar estos elementos en la fotografía, no
le cabrán dudas de que se está frente a un buen material.